YO LO PERDONO, PADRE.


  Rte.
 Sua Santità Francesco
Secretaria de Estado, Palazzo Apostólico Vaticano, 00120 Città del Vaticano. 
 Emisor
Maura Federica Palacios.
Virrey Cevallos 637, piso 2.
Caba, Buenos Aires, Argentina.
CP 1077
Buenos Aires, 6 de agosto de 2018
“Querido Pontífice:
Le escribo para que me proclame Santa.
Tengo el agrado de escribirle con la ayuda de mi mamá, que después de estar en la oficina todo el día, leyó dos veces esta carta y solo le corrigió los errores de ortografía, para contarle mi historia. Me llamo Federica, tengo trece años, nací en Buenos Aires, en el barrio de Monserrat. Estudió en la escuela Nacional número 17 de Caballito. Mis papas se llaman Roxana y Juan Ignacio. Vivimos en el departamento de mi abuelo, que nos dejó cuando murió. Ellos trabajan todo el día para mantenerme a mí y a mi hermanito Valentín.
Sabemos que usted no viene al país porque no comparte la política actual, pero sepa usted, que el pueblo lo necesita. Los argentinos están esperando que usted venga a darnos esperanza, un mensaje de amor y valentía. Que solo unos pocos tienen el don de dar. Mi abuelita le prende velas. Reza por usted.
El otro día, cuando Dios me habló al oído, como hace muchos años, me dijo que la grandeza de los seres humanos está en las pequeñas cosas, en el corazón habita la verdad de cada uno de nosotros. Como dice Isaías 1-18:
Venid ahora, y razonemos dice el SEÑOR aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.” 
Como le dije, deben santificarme porque en estos días de estudio me di cuenta de que los perdono. Perdono a la Iglesia Católica por haber matado al genio de Galileo Galilei, cuando dijo que la Tierra giraba en torno al Sol; Lo perdono por haber mandado a la hoguera a la referente máxima de la Mujer, Juana de Arco, sólo por usar ropa de hombre; a Jan Hus, cuando le dijo al Papa que era el anticristo por permitir abusos, falta de amor y otras cosas más; Perdono a los párrocos que abusan de nosotros los niños, que se embriagan y difaman el nombre de Dios. Lo perdono a usted por mostrarse un hombre humilde que vive en una casa rodeada de oro; Lo perdono por la sangre derramada en el mundo a causa de causas sin amor. Lo perdono por la Santa Inquisición, las Cruzadas, La cacería de brujas y otros asesinatos. Lo perdono por considerar que los homosexuales deberían ir al psiquiatra por su propia elección. Lo perdono por condenarme a mí, que a los doce años cambié mi género.
Lo perdono por considerarme una niña hereje de dios,  por verme como un espectro del demonio, por verme enferma, por invalidar mis sentimientos y mi interior, solamente por ser una niña transexual.  Lo absuelvo de todo mal que le haya hecho a la Santa Humanidad, y si yo puedo aceptar, agradecer y perdonar por todo esto debe considerarme una Santa de Dios.
Atte. Mauro Federico Palacios, Maura Federica Palacios por elección del corazón.”

   Una vez que terminó de escribir la carta, Federica, tomó el sobre y le pidió al padre que la llevara hacia el correo. Se vistió de negro, con la misma actitud exagerada que la caracterizaba y mientras se deslizaba por la calle repleta de gente le aseguraba al padre que ese mensaje cambiaría el mundo, y por supuesto, el padre le afirmó que así sería.
A los cinco años, todos los medios de comunicación informaban a cerca de la carta que la niña transexual le había enviado al Sumo Pontífice: videos en instagram, cortos en YouTube dónde retrataban su historia de vida, y las posibles réplicas que nunca había hecho el Papa. Tenía reporteros las veinticuatro horas del día en la puerta de su casa, salía en las revistas nacionales e internaciones; hombres de todas partes le enviaban obsequios a la puerta de su casa para conquistarla; los portales de actualidad siempre le dedicaban una sección de novedades dónde hablaba de la auto aceptación y diversidad. 
Federica se había convertido en un símbolo de liberación para todas las comunidades, pero para el Vaticano no. Después de muchos meses había salido el mismísimo Papa a hacer las declaraciones. – Nosotros no podemos hacernos responsables de los trastornos ajenos, pero si podemos ser hermanos compasivos. Como institución, la Iglesia fue creada para ser sostén de todos aquellos hijos desprotegidos, que necesitan consuelo, que necesitan aliento. No pensamos en que debamos proclamar santo a nadie que lo pida desde el resentimiento. En nombre de Dios, hijos míos, les pedimos que recen por mí. Me queda poco-  El mundo entero había escuchado una respuesta que ya no sorprendía a nadie, porque era más de lo mismo, y después de eso, habían ido a buscar a Federica para que respondiera. Y sin pensarlo dijo que los grupos unidos de seres humanos del país argentino se iban a reunir en la Plaza del Congreso de la Nación, convocando al pedido de un Estado sin Iglesia. Un millón de personas asistieron a la fecha, encabezando el discurso, Federica, no se había dado cuenta de que se había convertido en una figura política.
Al año tenía una banca en la Cámara de Diputados, visitaba los comedores de las villas del país, se enfrentaba con los narcotraficantes de la provincia, y había sufrido tres ataques de los cuales apenas había salido herida. Pero a pesar de todo eso, ella seguía persistiendo por la igualdad de los géneros, sosteniendo ante toda la Nación, que era posible mantener una sociedad igualitaria, con  equidad en la economía y abiertos a adaptar al pueblo argentino a vivir en total abundancia.  Cinco años después estaba asumiendo como Primer Mandataria, y se lo había debido a aquella carta que en medio del odio le había enviado al Papa. 

                                        By Nacho Rojo


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