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Mostrando entradas de julio, 2019

LA DAMA DE NOCHE

      M i vieja me dejó la camisa planchada sobre la cama, el pantalón y treinta pesos dentro de las medias negras. “Para que tu papá no se entere”, pensé que me diría, porque yo ya tenía veinte años no estudiaba ni trabajaba. Me bañé rápido, porque el  Colo pasaba a buscarme a las once por la esquina de Brandsen y San Martín. Le saqué un poco de Colber a mi viejo a escondidas porque se enojaba, y mientras me lo ponía me imaginaba siendo el hombre musculoso de la publicidad, con la camisa desabrochada, tirándome la botella de agua encima y mojando todo, y cuando terminaba de guardarlo escuchaba a la locutora diciéndome: “Colber, subraya en cada hombre esa cuerda que lo hace simplemente dueño.”  Sonreía y me iba caminando lento como modelo publicitario hasta que me cruzaba con el espejo de la sala y veía que más que músculos tonificados, era puro hueso y parecía un adolescente en pleno desarrollo. El Colo me esperaba en el fitito de la madre, era color anaran...

CUCHILLO EN LA TIERRA

      D espacio Gregorio se desabrochaba los botones de la camisa del uniforme mientras escuchaba los gritos de siempre. Se quitó el chaleco, lo dejó sobre la mesa de la cocina de anafe, y suspiraba escuchando el eco de los insultos. Apoyó el arma sobre una mesa que se tambaleaba y siguió escuchando los gritos, suspiraba y se lamentaba de vivir siempre la misma situación cuando llegaba a su casa. Se vestía con su musculosa blanca, cortos deportivos, las chancletas de playa y arrastró los pies hasta la bacha. Comenzó a afilar la cuchilla con una piedra, cada vez con más intensidad. –Se la pasa quejándose la yegua hija de mil putas-susurró–.Levantó la vista, cruzó el pasillo empolvado de la entrada, como si fuera un caballo con gríngolas, entró a un cuarto y los gritos cesaron paulatinamente. Salió de allí con el cuchillo envuelto en un trapo, abrió la puerta del cuarto contiguo y no encontró a nadie. -       Papi- El niño estaba detrás de él. ...

CARNE PROPIA

       “ E n Buenos Aires ocurren cosas mágicas que pueden llevarnos al éxtasis de vivir   la furia de la ciudad en carne propia”, escribió Romina en la pared. A los minutos se escuchó que un auto estacionaba y los otros que estaban en otras celdas comenzaban a cantar.- ¡Cállense pelotudos, que ya llegaron y la vamos a ligar todos por culpa de ustedes!- Gritó   Joaquín, que estaba junto a ella mirando por las rejas. -       ¿Cuánto tiempo pasó?- Preguntó ella. -       ¿Tiempo, Romina?- Susurró. -       Sí. Perdí la cuenta. -       Nosotros ya no tenemos tiempo, boluda. Mirame…peso veinte kilos menos, tengo todo el cuerpo lastimado. Despertá, Romina. Despertá- Le pegó un cachetazo y Romina despertó. El doctor la miró con la misma paciencia de siempre, le preguntó si estaba bien y   respondió que sí. -       Esta vez ...

VELAS NEGRAS

    D esde aquel domingo de asado que no volví a verla. Todavía recuerdo cuando me fui  de casa con papá, llegamos directo a la casa de los abuelos y estaba lleno de gente. Una vieja de pelo negro, con uñas rojas me miró ni bien entré y me dio un vaso con agua- Tomá papito, ponelo abajo del cajón del abuelo así cuando cruza no se queda con sed -, y yo quedé mudo con el vaso en la mano. Me acerqué al cajón y no llegué a ver su cara, sólo el rosario que tenía sobre las  manos arrugadas, dejé el vaso debajo de los pies y papá me levantó y me dijo que le diera un beso de despedida. Lo besé. Besé una pared fría, como si hubiera sido la misma pared de casa. Me asustó ver las monedas de cincuenta centavos que tenía en los ojos, y yo pensé que una de esas me alcanzaba para comprar un Kínder Sorpresa  en el kiosco de la esquina. Agarré una moneda y escapé. La señora que atendía me cobró el chocolate como si fuera un mayor, y olvidé que tenía siete años. “Kínder Sorpre...

POSITIVO

      D esde el accidente, era la cuarta vez que el mismo hombre de aspecto sucio se le acercó gritándole cosas que no llegó a comprender. – Te va a hacer daño- Gritó y un policía se lo llevó. Thiago estaba sentado junto a su novia, que tenía desde la secundaria, y amigos en un bar popular de San Isidro. Bebían unos Gin Tonic con pepinos, otros tomaban cervezas y   se reían con las historias de Instagram de un desconocido. Sus amigos le preguntaron quién era ese señor pero no supo qué responder y por dentro pensó en el recuerdo de Isaías. Y al instante borró de su mente todo lo que había sucedido un año atrás, pero lo que más le dolía era que de su corazón jamás podría hacerlo.     Era un joven de veintitrés años que jugaba en la reserva de rugby del barrio donde había crecido, hijo de un abogado empresario y una administradora pública, había crecido en la clase alta con la fortuna de irse a vivir al exterior para jugar rugby. Tenía una novia, Valentin...